El dolor como parte de la experiencia humana.
- Licda. Gabriela Xón.
- 30 ene 2018
- 2 Min. de lectura
Estamos tan acostumbrados a considerar el dolor emocional (tristeza, pérdida, desilusión) como algo ajeno, algo que no nos pertenece, que en distintas ocasiones cuando debemos experimentarlo (como requisito indispensable de la vida y el crecimiento personal) buscamos desesperadas estrategias para evitarlo. Desde un duelo por fallecimiento, el dolor de perder la salud, el cariño de alguien, el trabajo o el constante duelo al que nos enfrentamos como adultos de día a día ir perdiendo la juventud, solemos huir hacia formas de no enfrentarnos con la realidad de la pérdida. Hemos visto personas recurrir a sustancias, experiencias extremas, cambios de imagen y comportamientos sexuales riesgosos, con tal de no enfrentarse al dolor y seguir sintiendo que obtienen cierto <placer constante> de la vida.
Regularmente estos comportamientos evitativos lo único que provocan es poner en riesgo la vida o la integridad propia y la de terceros, aunado a que el dolor no se acaba si se ignora, solamente se pospone o, en estos casos, se multiplica.
El cambio es lo único constante, ese cambio incluye una constante ganancia y también requiere una constante pérdida, un abandono de ciertos modos de vivir, de ciertas características, de personas y de símbolos en nuestra vida. Aceptar que el duelo es parte de la integridad de la vida, experimentarlo como una emoción humana, natural y superable, transitar en nuestro proceso según nuestro ritmo, también nos permite crecer, trascender en la experiencia, fortalecernos y además encontrar paz aún en la tormenta.
No simplifiquemos la experiencia emocional humana en blanco/negro, bueno o malo. Las emociones son todas naturales, son útiles y tienen una función a nivel físico, psicológico e incluso espiritual.
Licda. Gabriela Xon
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